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martes, 27 de diciembre de 2011

Así es un día de campaña con Pablo Pérez

Por Raúl Semprúm
laverdad.com/



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Pablo Pérez: “La encuesta determinante es la del 12 de febrero”. Ocho horas intensas de campaña en el estado Sucre muestran cómo es una jornada preelectoral del candidato zuliano

“Pablo Pérez. Son cinco (votos) aquí”, se lee en un pequeño cartel puesto en la protección de una terraza. En el segundo piso de aquel vetusto y pequeño edificio de la calle Independencia, una señora de unos 60 años, con bata de casa blanca ataviada de flores azules, agita los brazos y grita para que el aspirante presidencial la vea, le diga algo. El ruido de cohetes, consignas y el bullicio de la gente, sofoca su intento, pero está feliz al lado de tres muchachas que toman fotos con sus celulares.

Abajo, decenas de simpatizantes agitan banderas multicolores al ritmo de tambores. Son las 11.45 de la mañana del martes 20 de diciembre y parece fiesta de carnaval, acabo de mundo con ritmo de samba. Dos hombres levantan botellas de aguardiente y empinan el codo. Hora de festejo para buhoneros, obreros y pescadores. Con una gorra de la vinotinto, camisa manga corta color mostaza, jean y gomas oscuras, el candidato que representará a las provincias el 12 de febrero, baja de una Explorer negra.

“Ese es el hombre. ¡Llegó la esperanza de los pobres!”, exclama un verdulero. Pablo sonríe y lo abraza. Los primeros metros, a partir del Templo Masónico de Carupano, en la Perimetral, son los más torpes y duros. Carolina de Pérez, su esposa, lo acompaña. No se libra del baile de empujones. Viste un suéter naranja y gorra de la misma tonalidad. Es imán de cartas y pedidos de ayuda. El escudo humano de seis escoltas se sacude entre la marea de brazos, besos e intentos de la muchedumbre por tocar o tomarse una foto con quien consideran un nuevo líder.

“Siempre, siempre, con Pablo Pérez”, retumba uno de los jingles en la corneta de un camión que antecede en 50 metros a la marcha. César Rincones, candidato a la Gobernación por AD, pisa la sombra de ese hombre de un metro 82 centímetros desde que llegó al Aeropuerto General José Francisco Bermúdez a las 11.30 de la mañana. Se acerca, aporta datos, declara. Tiene gesto frío y cierto dejo de arrogancia, pero junto con el coordinador de la gira, Dencys Pazos, mueve gente. Imposible no hablar de maquinaria.

La anciana gesticula en la terraza. La muchedumbre zigzaguea lenta y se detiene. Pérez aún no sabe de la señora que mide sus pasos desde arriba. Mira en la acera equidistante y va al encuentro de Milagros González, de 35 años, odontóloga, habitante del barrio Sucre y excluida de cualquier cargo en la “revolución” por firmar contra el Presidente. “En mi casa votamos 12. Todos adecos. Cuente con nosotros”, le dice. Él le promete un país distinto, con paz, empleo y seguridad. Ella sonríe y lo insta a voltearse y levantar la mirada. Ahora sí lee el cartelito y detalla a su autora, “¡Gracias mi vieja! Prometo no quedarles mal”, grita y muestra el pulgar. Ambos sonríen. En la matrona florece un gesto de ternura.


Recorrido exitoso
Caminar 35 cuadras, equivalentes a 1,3 kilómetros, desde la Perimetral hasta la Libertad, con seis metros de ancho, en dos horas y 10 minutos, destaca una estrategia. Debe prevalecer el contacto. Dos días antes, Elías Matta, parlamentario y coordinador nacional de giras de UNT, había llegado para allanar el camino. Su carácter estricto y experiencia son vitales en los viajes.

En campaña no se corre, se camina, se escucha, se palpa, se mira a los ojos. Esta fue la máxima en 31 giras nacionales desde el 19 de agosto, con un grueso de 72 caminatas. El contacto es vital. “Eso y el 1x10 será nuestra fortaleza”, decía el gerente de la campaña, el exparlamentario neotempista, Ángel Emiro Vera, durante el trayecto Maracaibo-Carupano, en un Turbo para cinco personas, en la víspera del recorrido por Carupano y Cumaná. “La encuesta determinante es la del 12 de febrero”.

Al líder zuliano sólo le faltan por visitar Amazonas, Apure, Guárico, Delta Amacuro y Cojedes, pero ya tienen fecha en enero. Se maneja en jornadas que casi nunca superan las cuatro horas al día de sueño por 20 de trabajo. Sus ojeras las alimentan maratónicas reuniones de madrugada y horas de viaje por aire. Su equipo a veces flaquea, pero el humor drena el cansancio. Apodos, chistes y bromas pasan a convertirse en minutos, en “guerras” declaradas. Pablo no se desmarca. Al final, un aluvión de anécdotas y carcajadas.

“Estoy más negro y con más canas”, responde sonriente sobre el impacto físico de la campaña. Desayuna dos croissant de jamón y una gaseosa. Su esposa Carolina le entrega un kit con pastillas, entre vitaminas y protectores gástricos. La alimentación mantiene atentos a sus cercanos. El candidato comenzó la campaña con 108 kilos de peso. Hoy está en 102. En promedio viaja tres veces a la semana. En su menú no destacan frutas y alimentos libres en grasas. Come donde puede. Si un simpatizante le ofrece una empanada de cazón en cualquier mercado del país, no la rechaza.

En hora y 40 minutos de vuelo, el diálogo resulta informal. Vera, curtido en decenas de batallas políticas y dueño de una claridad meridiana en estrategia electoral, ofrece luces acerca del discurso que esperan en Sucre. Antes de aterrizar, Pérez suma un ejercicio: recordar personajes nacidos en ese estado. Afloran decenas de nombres. Próceres, políticos, escritores, pero cuando pasa al campo deportivo, el tema se aviva. “César (Farías) es de Güiría. De Sucre son Ramón Hernández, Luis “Camaleón” García…”. Se detiene y comenta: “Ya verás a su hijo en la caminata. Es un gran amigo”. José Luis “Camaleoncito” García, el mayor de los 12 vástagos del hombre récord de la pelota venezolana, no faltaría a la cita.


No es sifrino

Al culminar la caminata de Carupano, a las 3.00 de la tarde, el abogado vuelve a la Explorer. Suda a chorros. Se seca con un pañuelo y mastica un caramelo. Estira su camisa para refrescarse. Denota satisfacción. “Vamos pa’lante”, suelta. La pauta resalta una visita al diario Región, en Cumaná. Diez minutos dura la travesía. En una sala atestada de pinturas con rostros de los personajes más representativos del estado, Luis Marcano Barrios, lo recibe rodeado de su personal de confianza.

No se ha sentado el candidato, cuando el fundador del diario, señala uno de los retratos. “Aquel fue el primer gobernador negro de Sucre”. Se refiere a José Isidro Cordero, “Chilo”, un sargento pardo que resistió al yugo español en la época colonial: “Se lo he dicho a mucha gente. Necesitamos un hombre de pueblo, gente que venga de abajo. Ese (Pablo) es el que se parece a nosotros”. Las palabras, con ciertos rasgos discriminatorios, se emparentan con el comentario de una ama de casa que recorría la Plaza Bolívar de Carupano. “Es el único que no me parece sifrino. Tiene esencia, discurso y porte de Presidente”.

De regreso al periódico, Marcano Barrios clama por un Jefe de Estado que apuntale su gestión en las provincias. Pérez le ofrece garantías. Habla de la necesidad de obras viales e industriales paralizadas por años en Sucre, sorbe una taza de café, ausculta las obras y posa sonriente para decenas de fotos a solicitud de los presentes.


Seguimiento de una madre

La algarabía reaparece 40 minutos después. En la avenida Bermúdez la señora Josefina Cordova siente, a sus 60 años, cansancio de centenaria. Caminó casi dos kilómetros luego de planchar y lavar ajeno para mantener a su familia. Quiere verlo de cerca. Ya por televisión la seduce, pero no se decide y acude al sitio de partida de la caminata con punto final en el río Manzanares. La aguarda un kilómetro para el detalle.

Pablo arriba a las adyacencias de la iglesia a la Virgen del Valle renovado, pero con mucha hambre. Ahora lleva camisa celeste. Se suma al grupo el candidato a alcalde Robert Alcalá. Josefina esquiva y marcha por delante del enjambre. Su esbelta figura, cubierta por una falda larga marrón y una blusa beige, pasa desapercibida. Cuando puede gira el cuello y busca al de la gorra vinotinto.

Aquí la caminata tiene menos orden. Josefina no detiene sus pasos. Decenas de mototaxistas, exaliados del gobernador Enrique Maestre, abordan a Pérez. Leen su cartilla de problemas. “¡Fuera escuálidos, viva Chávez!”, torpedea un joven buhonero.


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